| Abstract |
Es objetivo del presente ensayo dar cuenta de que la persona humana se define constitutivamente por ser en relación con otras personas. La persona está esencialmente abierta a la comunión. Y ello no es una idea abstracta, pues los elementos morfológico-corpóreos específicamente humanos (la postura bípedo-erecta, la mano, el rostro, el tamaño y la complejidad del cerebro, la estructura buco-supralaríngea, el crecimiento ralentizado y discontinuo, el nacimiento fisiológicamente precoz) requieren en su operatividad la cooperación del otro. Asimismo, si miramos la persona humana a la luz de la reflexión teológico-trinitaria, tomando como analogatum princeps la persona divina, descubrimos que la persona humana igualmente es concebida en relación con las otras personas, incluyendo a la Trinidad. Desde esta perspectiva son notas definitorias: la primacía ontológica de la persona, la llamada a la intercompenetración, la función del tercero y la comunión de las plurales singularidades. Finalmente, haremos ver que el nexo entre la reflexión sobre la corporeidad humana y sobre lo trinitario la teología cristiana lo encuentra en la encarnación del Verbo. |
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